"Estrategias para una adaptación exitosa"

Al Jardín

Roxana Seguel Carrillo J.I. "Tortuguita Marina"

24/02/2016

AL JARDÍN: ESTRATEGIAS PARA UNA ADAPTACIÓN EXITOSA

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Algunos irán con mucho ánimo desde el principio; otros con ansiedad o expectación y también habrá quienes lo hagan muertos de susto. Todas estas actitudes pueden considerarse normales en los preescolares durante sus primeros días de clases, y parte de un proceso de adaptación que les permitirá avanzar en su desarrollo.

Para la psicóloga educacional María de los Ángeles Álvarez, el que un niño se adapte o no a esta nueva realidad depende especialmente del grado de autonomía e independencia alcanzado hasta ese momento. "Tiene que ver con el vínculo del niño con sus padres; si se ha construido una seguridad inicial, una confianza en que el mundo es positivo, que lo acoge y lo trata bien, le resultará más fácil el proceso de adaptación.

Por el contrario, si ha sido sobreprotegido y no ha tenido la oportunidad de desenvolverse solo en algunos ámbitos, probablemente no se sentirá capaz de afrontar los desafíos que le exige la educación preescolar", sostiene.

La personalidad del pequeño también influye. Hay algunos que son naturalmente más audaces y extrovertidos, a quienes les resultará más fácil interactuar con las educadoras y con otros niños. Para los tímidos, en tanto, esta experiencia suele resultar más compleja. Asimismo, los niños que tienen hermanos mayores pueden ver esta etapa como algo más natural.

Otro factor relevante es el propio jardín. "Es importante que el establecimiento le proporcione al menor una contención emocional, que no les genere temores y los estimule en el ámbito motor y cognitivo. Hay numerosas investigaciones que demuestran que los niños que han asistido al jardín tienen ventajas respecto de aquellos que no lo hicieron, pues genera y estimula capacidades que luego impactarán en el aprendizaje escolar. Pero si éste no cumple con estos requisitos y el pequeño va simplemente por estar allí, no tiene sentido", advierte la psicóloga.

Miedos y aprehensión

El tiempo de adaptación es variable en cada niño, pero de acuerdo a la psicóloga María de los Ángeles Álvarez, ya alrededor de los 20 días deberían ser capaces de quedarse con cierta tranquilidad en el jardín infantil.

A su juicio, el temor o la aprehensión inicial que pudieran experimentan va pasando en la medida que van construyendo nuevos lazos con sus compañeros y con las 'tías'. "En ese momento ya son capaces de asumir esta separación con más serenidad", indica.

Para que esta aceptación inicial no se revierta, es importante que el menor no pase por situaciones que le provoquen temor o revivan su sensación de desprotección. Por ejemplo, que a la hora de salida siempre haya alguien esperándolo, para que no se sienta abandonado en esos momentos. Asimismo, hay que brindarle espacios para que sienta que es capaz y puede sortear con éxito ciertas dificultades o desafíos, por pequeñas que sean.

Si llora cada vez que los padres lo van a dejar, es recomendable quedarse con él un rato hasta que se tranquilice. "No es bueno llevárselo de vuelta a casa, porque con esa actitud se le está transmitiendo que es cierto que el jardín es un lugar de peligro y que es mejor irse", aclara.
Tampoco es recomendable retirarlo definitivamente del jardín y dejarlo en casa si muestra rechazo, aunque sea por varios días seguidos.

"La idea no es cambiarlo a la primera dificultad, sino buscar la causa de esta reacción y encontrar una solución", explica la profesional. Hay que pensar en esta alternativa sólo si realmente se descubre que es el estilo del jardín el que genera el comportamiento negativo del hijo, o bien el tipo de relación que ha establecido con la educadora. En tal caso es conveniente observar las reacciones de sus compañeros y estar en contacto con los demás papás.

El día D

Para que el primer día de clases el niño no perciba un clima inusual en la casa, conviene dejar todo preparado la noche anterior. Tener la mochila, la ropa y la colación lista evitará retrasos que podrían generar estrés en el pequeño y en sus padres. También es necesario que haya dormido lo suficiente y que antes de acostarse no le hayan insistido en que al día siguiente irá por primera vez al jardín. Sólo basta con que lo tenga presente.

No es aconsejable que los familiares llamen insistentemente para desearle que le vaya bien en el jardín, ya que podrían generarle mayor grado de ansiedad. Mientras más normal las rutinas, menos expectación en el niño y mayor tranquilidad para enfrentar esta nueva etapa. Al menos en la primera semana de clases hay que evitar el transporte escolar, ya que esto añade un variable más a la que el pequeño deberá adaptarse.

El primer día de clases es bueno demostrar alegría y tranquilidad, despedirse sonrientes y prometerles que lo estarán esperando apenas termine la jornada. Una vez comenzadas las clases, es vital interesarse en lo que el niño hace en el jardín.

"Cuando lo van a buscar, hay que pedirle que nos muestre dónde se sienta, qué hace, preguntarle qué amiguito ha conocido, en definitiva, hacerlo sentir que ellos, sus padres, están contentos porque él está ahí y que valoran su paso a esta nueva etapa", enfatiza María de los Ángeles Álvarez.
Desde el comienzo, los padres deben mantener una comunicación constante con la educadora -especialmente durante los primeros días- ya que desde esa manera se sentirá más acogido y el proceso de adapta
ción será más llevadero para todos.

Adaptación paso a paso

• La adaptación al jardín es un proceso, por lo tanto, debe darse paso a paso, sin prisas ni agobios. Es necesario respetar el tiempo y el ritmo de cada niño.

• No se muestre enojado si su hijo llora, hace una pataleta o tiene otras manifestaciones de rechazo. Lo adecuado es acompañarlo, recordarle por qué se le deja en ese lugar y por cuánto tiempo, mediante parámetros que él entienda. Por ejemplo, 'después que almuerces, vendré a buscarte'. Recuerde que si usted está tranquilo, es más fácil que el niño se calme.

• Si es necesario, los primeros días acompáñelo un tiempo en su sala, juegue con él e involucre a otros compañeros, eso le dará más confianza.

• No prolongue las despedidas y siga las pautas de la educadora y del jardín.

• Si el niño tendrá que cumplir una jornada larga, es recomendable que el tiempo de permanencia vaya aumentando gradualmente, hasta completar el horario normal.

• Es importante mantener una rutina. Si el pequeño asiste unos días y otros no, el proceso se dificulta o al menos se dilata.

• Cumpla sus promesas. Si le dice que lo retirará después de almuerzo, hágalo. Ello permitirá que su hijo confíe en otras personas.

• Permítale llevar al jardín algo que sea significativo para él. Puede ser su juguete favorito, un 'tuto' u otro objeto. Esto le brindará seguridad y le recordará el ambiente familiar.

• Cuéntele a la educadora las cosas que a su hijo le gustan y las que no. Por ejemplo, que le agrada pintar con témpera o que le acaricien su cabeza. El jardín debe continuar estos gustos, al menos durante el primer tiempo para que la adaptación sea más fácil.

• Si la actitud de rechazo se prolonga más allá de lo esperado, es señal de que hay un problema por resolver. Puede que exista una pequeña inmadurez del niño o bien que los padres estén siendo muy sobreprotectores. En tal caso, hay que tratar de modificar esta actitud, dándole más espacios de libertad y estimulando su autonomía.

Ref. Revista Padres Ok.